Pedro Cordero
Vicepresidente de FEFAC y CESFAC

Vivimos tiempos de constante cambio para la industria. ¿Qué supone la celebración de este congreso internacional para el sector español?

Se trata de un foro muy necesario, en el que ponemos en contacto a todos los agentes que intervienen en el mundo de la alimentación animal o que tienen algo que ver con ella directa o indirectamente, como proveedores, fabricantes, la administración pública o algunos usuarios de la propia alimentación animal, como ganaderos o grandes clientes. Podremos compartir diferentes puntos de vista para hacer frente al futuro, ante la gran incertidumbre que tenemos delante, arrojando un poco de luz en esta situación a medio y a corto plazo. El día a día ya sabemos que consiste en intentar mitigar los impactos que cada uno tiene en su terreno: los fabricantes lidiando con los costes de producción y los incrementos salariales y de transportes, los ganaderos intentando rentabilizar sus explotaciones, los proveedores luchando contra las dificultades logísticas y de suministros que hay por todo el mundo… Al final, este congreso es una forma de juntarnos todos en un mismo foro para tratar de ver algo de luz al final del túnel.

Usted modera el Bloque 1, centrado en la agenda 2030 y la sostenibilidad en la alimentación animal, un factor en el que Europa es un gran referente mundial. ¿Cuáles deben ser los siguientes pasos del sector en materia de sostenibilidad?

Es importante definir bien qué es lo que realmente queremos aportar en el aspecto de la sostenibilidad dentro de los objetivos de desarrollo de la agenda 2030, que no solo afecta a nuestro sector, sino que trata muchas cuestiones donde los ODS tiene implicaciones de todo tipo, ya sea político, cultural o social. Nosotros, como sector, poco podemos influir en algunos de estos temas, pero lo que queda en nuestra mano es conseguir que toda la cadena de alimentación en la que estamos implicados alcance una producción más sostenible que la que tenemos hoy. Esto no quiere decir que las producciones actuales no sean sostenibles, todo lo contrario. Somos uno de los sectores que más reutiliza productos o derivados de industrias de transformación vegetal. Estamos contribuyendo a la creación de una economía circular fuerte, siendo un sector que utiliza energías verdes y sostenibles, tras una profunda transformación para evitar el uso de combustibles fósiles. Somos muy poco contaminantes, la verdad, y eso hay que decirlo. Es verdad que tenemos que revisar todo, desde el origen hasta el final, de dónde vienen los productos, qué huella de carbono dejan, cómo impactan en el medio ambiente… Eso sí, siempre desde la parte que nos toca a nosotros como sector de la alimentación, ya que la parte que nosotros controlamos tiene que ver con lo que nosotros producimos. Luego, el conjunto de la cadena de producción también tiene que medir su huella y contribuir a esa producción de alimentos sostenibles.

 

“Estamos contribuyendo a la creación de una economía circular fuerte, siendo un sector que utiliza energías verdes y sostenibles, tras una profunda transformación para evitar el uso de combustibles fósiles”

 

¿Una producción 100% sostenible y ecológica es un reto alcanzable?

Lo primero es que hay que tener claro es que producción convencional sostenible y ecológica no son cosas incompatibles. La producción ecológica tiene unas restricciones en la elaboración de los productos, pero una producción convencional también puede ser sostenible. Es como si dijéramos ‘un coche eléctrico es muy sostenible y un coche de combustión no es nada sostenible’, y no es así. Los propios motores de combustión han evolucionado mucho en los últimos 25 años, reduciendo sus emisiones de forma muy notable. La producción convencional tiene la capacidad de ser más sostenible, siendo compatible con la producción ecológica, coexistiendo y conviviendo entre ellas. Puede haber una producción ecológica creciente, que tiene su mercado y que contribuye a esos objetivos sostenibles; y una producción convencional que debe adaptarse a esta situación. Llegaremos a una producción 100% sostenible, pero antes debemos definir muy claramente qué es lo que consideramos sostenible. Es importante tener claro cómo medimos, demostramos y explicamos que lo que producimos hoy es mucho más eficiente desde el punto de vista de la sostenibilidad que hace 10 años, y cómo lo vamos a hacer en un futuro. Ese es el objetivo, creo que es posible conseguir una producción 100% sostenible, pero definiendo esa sostenibilidad, porque siempre vamos a dejar una huella, es algo inevitable de la actividad humana. Por ejemplo, ¿tenemos que reducir un porcentaje de las emisiones de dióxido de carbono en el conjunto de la operación? Completamente de acuerdo. ¿Hasta qué nivel? Esto es lo que tenemos que definir entre todos, como sector y lo mismo en las otras partes de cadena.  Si un ganadero tiene una producción ecológica, lógicamente te va a pedir alimentos 100% ecológicos, y el sector está en disposición de hacerlo. Es cuestión de concienciarse, poner los medios necesarios, que las industrias tiremos del carro, que la Administración nos indique el camino y nos ayude a conseguirlo y que como conjunto seamos capaces de llegar allí. No sé en cuánto tiempo, no es un recorrido corto, pero va a haber una gran transformación en ese sentido en todos los sectores en los próximos años.

 

“Ciertos tipos de producciones tienen un coste mayor, y ese coste al final tiene que reflejarse para que los ganaderos reciban un precio justo”

 

Los avances en materia de sostenibilidad vienen propiciados por la propia demanda de los consumidores. ¿Cómo se puede adaptar el sector a las exigencias del mercado?

El mercado español es un poco peculiar en este sentido. Desde mi experiencia en FEFAC, sí que veo diferencias entre España y otros países europeos en lo que a demanda del consumidor se refiere. España tiene una tendencia a productos de cierto nivel económico, principalmente porque nuestro nivel de vida no es similar al de otros países europeos. Nuestra sensibilidad hacia los productos ecológicos o hacia los atributos sostenibles de un producto están directamente relacionados con el nivel de vida. En los países que están más desarrollados económicamente, pueden permitirse pagar más por esa sostenibilidad. En España debemos buscar un equilibrio: nosotros tenemos que producir de esta forma y tenemos que transmitir al consumidor final que estamos en disposición de hacerlo. El marco político y legal tiene que decirnos por dónde, cómo y a qué velocidad. El consumidor final tiene que ser consciente que esto va a una dirección que no tiene vuelta atrás para producir de una manera determinada, y esto va a repercutir en ciertos costes que van a encarecer el precio final. Esto hay que tenerlo claro, como lo tienen claro otros países de Europa. Se paga por alimentos seguros, por alimentos sanos, controlados y ahora queremos ir un paso más allá: que la huella que dejamos en el medio ambiente sea lo más cercana a 0 posible. Ciertos tipos de producciones tienen un coste mayor, y ese coste al final tiene que reflejarse para que los ganaderos reciban un precio justo. Tenemos que estar dispuestos a enfocarnos más en el tipo de alimentación que queremos para nuestra familia, para nuestros hijos, para nuestro futuro y la sociedad en la que vivimos. En España todavía miramos mucho el precio, especialmente en esta época de crisis, lo que es totalmente lógico, pero nos vamos quedando por detrás de Europa.

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